martes, 14 de abril de 2009

REIVINDIQUEMOS LA PALEOGRAFÍA


Las universidades de todo el mundo enseñan epigrafía, como forma de acceder a la historia antigua. Los diferentes planes de estudio incluyen el estudio del soporte piedra y las diferentes dataciones del Imperio Romano.
Sin embargo, piedras aparte, la mayor información sobre el mundo clásico viene de la mano de los copistas medievales que con paciencia copiaban las obras de Cicerón y César. A partir de las fuentes literarias se ha reconstruido la vida cotidiana de los romanos y griegos y se han contextualizado las diferentes épocas.
Pero los manuscritos no están visibles en las calles y los museos, como lo están las piedras. Los arqueólogos tienen más reconocimiento, porque su labor es visible. La labor del intérprete de los manuscritos y del estudio de las bibliotecas, una labor callada, no sale en los telediarios ni tan apenas tiene fotos de prensa.
Reivindiquemos la labor del paleógrafo que con su tenacidad localiza los manuscritos en su diferente contexto de transliteración. ¿Por qué la Edad Media no copiaba a Plauto, por ejemplo, y el Renacimiento puso sus obras en escena? Es una cuestión que sólo la paleografía puede responder.

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